1/14/2018

Estructura de la obra y valor del fragmento en ella.
            La casa de Bernarda Alba presenta una estructura clásica en tres actos, que se corresponden con el esquema tradicional de presentación, nudo y desenlace.
            El principio del primer acto coincide con el planteamiento de la situación, en él aparecen ya todos los personajes sobre los que gravita la acción; también queda planteado el conflicto inicial y la lucha de fuerzas. Adela no se resigna a una vida monacal y el matrimonio de su hermana mayor con Pepe se ve alterado.
            El segundo acto coincide con el nudo de la historia, en el cual el conflicto de Bernarda, la máxima autoridad de la casa, con Adela, su hija pequeña que rompe con su rebelión las normas establecidas.
            El clímax se sitúa hacia el final, cuando Adela al fin confiesa Martirio sus relaciones ilícitas con Pepe. Este acto camina hacia el desenlace final, Bernarda es la única que no ve lo que de verdad está sucediendo. El drama concluye con la tensión final de la muerte de Adela y la percepción de Bernarda de la ruptura del sistema en que tan ciegamente creía. Cada uno de los actos tiene un cuadro diferente y se desarrolla en un tiempo distinto.
            La estructura interna de la obra es cíclica y repetitiva, cada alto nos ofrece el mismo movimiento interno: calma inicial, seguida de la sucesión de conflictos, desembocando en la violencia.
            Este fragmento extraído de La casa de Bernarda Alba tiene una importancia considerable en el contexto de la obra teatral. En él se desarrolla una fuerte discusión entre la criada Poncia y la hija de Bernarda. Poncia pretende que Adela siga sus consejos; lo hace explicándola las posibles consecuencias negativas en cuanto a la reputación de la familia que puede traer su relación amorosa con hombres. En este caso refiriéndose a Pepe. Si todo el pueblo se entera aparecerán las malas lenguas, lo cual afectará tanto a Bernarda, como a sus hijas, como a la criada misma. Adela al oírla se revela, saca sus carácter de adolescente presentando indiferencia y la reprocha el ser una simple criada, humillándola y menospreciando sus palabras tras considerar que no tienen ni voz ni voto. Es primordial conocer esta situación para captar y comprender la tensión ambiental que se vive en dicha casa en el transcurso de la obra.
              Las causas que conducen a esta situación son las siguientes: acaba de morir el padre, lo que  significa permanecer de luto durante 8 años, algo que las hijas de Bernarda consideran una locura. Adela tan solo tiene 20 años; se encuentra en edad de descubrir, probar y experimentar, una edad en la que se tiene un peculiar carácter inconformista y ambicioso. Esta situación la ha llevado a mantener relaciones con Pepe el Romano, supuesto novio de Angustias, pudiéndose dirigir a él como prometido. La escena se desarrolla en verano; el cúmulo de circunstancias negativas se va aumentando: calor, irritabilidad, rivalidades, agobio, sufrimiento por la muerte de un ser querido, ganas de estar con hombres, obligación de estar sometidas a las obligaciones de su madre. Todo ello desemboca en discusiones, tales como la que se vive en el fragmento. Poncia, como buena mujer (en este caso), quiere que se hable bien de la casa en la que trabaja, y lo que hace como persona externa a la familia, viendo lo que ellas no son capaces de ver, es guiarlas por el buen camino. Por ello, aunque Adela muestre una actitud reacia a atender, trata de transmitirla la situación que ella ha estado observando, para que se tomen a partir de este momento cartas en el asunto.
               Esta situación acarrea consecuencias en el transcurso de la obra. Angustias se termina enterando de la íntima relación que mantiene Adela con Pepe. A Bernarda le cuesta tiempo reconocer y visualizar la situación en la que Adela y Angustias se encuentran; muestra una actitud pasiva ante el tema, dejándolo de lado el máximo tiempo posible hasta que, al fin, termina obligadamente reconociéndolo, lo cual conduce al desenlace trágico. Poncia se lo transmite en repetidas ocasiones, pero es en vano todas ellas. El retrato de pepe el Romano, parece desaparecer por arte de magia, hasta que se descubre que es Martirio quien se había apoderado de él. En este momento se acentúa violentamente la rivalidad entre hermanas, aparece un triángulo amoroso que pronto se diseminará. Llegando al fin, Bernarda saca la escopeta, pega un tiro al aire sin conseguir dar a Pepe. Adela histérica y desesperada pregunta por lo sucedido y es Martirio quien la miente diciendo que su madre ha matado a Pepe. La verdad escondida tras esta tragedia es que Adela estaba embarazada. No es capaz de afrontar la realidad, piensa que no va a poder seguir adelante sin Pepe estando embarazada, teniendo que aguantar a todas sus hermanas irritadas tras la traición, las críticas de haber tenido un hijo sin conocer al padre en aquella época era algo impensable. Es aquí donde Adela pierde toda la valentía y fortaleza que a lo largo de la obra había ganado y se quita la vida colgándose de una soga.


                                                                                     Tania Puente Fernández